Es recurrente asociar el término innovación a la generación de ideas o a descubrimientos en el mundo de la tecnología. En efecto es así, pero los campos que abarca la innovación son mucho más amplios de lo que a primera vista pudiera parecer y esta puede clasificarse en diferentes tipos.
– Innovación de producto o servicio
Este tipo de innovación implica la creación e introducción en el mercado de nuevos productos/servicios o la mejora sustancial de los componentes de aquellos ya existentes, entendiéndose por componentes los materiales, cambios de software o modificaciones técnicas. Un ejemplo podría ser la creación del iPad (que revolucionó el mercado musical) o el lanzamiento de Coca Cola Zero (que modificó sustancialmente el sabor de Coca Cola original).
– Innovación de proceso
Existe también innovación cuando se introduce una nueva forma (o mejoras sustanciales en los métodos usados hasta ese momento) de gestionar los procesos: fabricación, maquinaria, logística, etc.
– Innovación organizacional
Esta innovación afecta -modificándola- a la distribución organizativa del negocio: sistema de calidad, organización de equipo, gestión de los recursos humanos de la empresa, etc.
– Innovación de marketing
Mejoras tanto de la imagen corporativa de la empresa como del diseño, embalaje, estética, promociones, etc., del producto. Un ejemplo sería la nueva mesa interactiva de Pizza Hut, donde los clientes solicitan su pizza de forma totalmente personalizada e intuitiva.
Los últimos modelos señalados, innovación organizacional y de marketing, se suelen incluir dentro de la llamada “innovación de gestión”, que engloba la mejora en todo lo relativo a la gestión de la empresa: administración, I+D, gestión medio ambiental, ventas online, almacenaje, etc.
Como puede verse, la innovación abarca muchas parcelas de un negocio y cada avance o mejora supone un valor añadido a este, por lo que idear, crear, mejorar y cambiar son aportes muy útiles para las empresas de hoy día.